Probióticos, por qué y para qué
La “microbiota” o “flora” intestinal hace referencia al ecosistema microbiano, formado por bacterias y levaduras, que colonizan el tracto gastrointestinal. Se estima que cada persona alberga en su tracto gastrointestinal unos 1014 microorganismos pertenecientes a más de 1000 especies. Esto significa que en el intestino humano hay 10 veces más bacterias que células en todo el organismo.
La microbiota podría considerarse nuestro segundo genoma. De manera que metafóricamente podemos decir que ya no solo “somos lo que comemos”, sino que también “somos las bacterias que nos colonizan”.
FUNCIONES PRINCIPALES DE LA MICROBIOTA
- Funciones nutritivas y metabólicas
- Fermentación de los hidratos de carbono no digeribles de la dieta y del moco endógeno. Esto constituye una fuente de energía importante para la proliferación bacteriana y produce ácidos grasos de cadena corta que el huésped puede absorber, con lo que se favorece la recuperación y absorción de iones como calcio, hierro y magnesio.
- Síntesis de ciertas vitaminas (K, B2, acido fólico…).
- Síntesis de aminoácidos a partir del amoniaco o la urea.
- Funciones de protección
- Efecto “barrera” a través de diferentes mecanismos, la microbiota intestinal previene la invasión de microorganismos patógenos.
- Funciones tróficas
- Control de la proliferación y diferenciación de las células epiteliales.
- Desarrollo y modulación del sistema inmunitario asociado al tubo digestivo. El 80% de las células inmunocompetentes del organismo están alrededor de la luz del tubo digestivo, y la producción más importante de inmunoglobulinas tiene lugar en la mucosa gastrointestinal.
El ecosistema microbiano del intestino incluye, por un lado, especies nativas que colonizan de forma permanente el tracto gastrointestinal y se adquiere al nacer y durante el primer año de vida, y por otro, un número variable de microorganismos vivos que transitan temporalmente por el tubo digestivo (los ingerimos de forma continua a través de los alimentos, bebidas, etc.).
FACTORES QUE PUEDEN ALTERAR EL EQUILIBRIO DEL ECOSISTEMA INTESTINAL
Existen diferentes factores que pueden desencadenar un desequilibrio en la composición bacteriana.
- Factores externos
- Administración de antibióticos, antiinnflamatorios, antiácidos, anticonceptivos orales, relajantes musculares, sales de hierro y tratamientos de quimioterapia y radioterapia.
- Situaciones de estrés.
- Dietas pobres en fibra y ricas en proteínas, grasas y azucares simples.
- Cambios en la alimentación debido a situaciones externas al individuo como puede ser el trabajo o los viajes.
- Proceso propio del envejecimiento: conduce a la disminución de los microorganismos con efectos beneficiosos (bifidobacterias) y a un incremento de clostridios y enterobacterias.
- Trastornos gastrointestinales
- Gastroenteritis infecciosas agudas.
- Síndrome del intestino irritable.
- Malabsorción de la lactosa.
- Enfermedad inflamatoria intestinal.
- Cáncer colorrectal.
- Infecciones por helicobacter pylori.
- Enterocolitis necrotizante.
- Diarrea asociada tratamiento antibiótico.
- Diarrea/estreñimiento.
- Dolor abdominal, hinchazón, flatulencias y dispepsia.
LOS PROBIÓTICOS
La mayoría de los probióticos comerciales son bacterias fermentativas, principalmente de los géneros Lactobacillus y bifidobacterium.
El término “probiótico” significa “a favor de la vida”, han sido definidos por la OMS como microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud del hospedador.
El primer probiótico usado fue el yogur. La diferencia entre un yogur y un probiótico es que el primero es un producto de leche coagulada obtenida por la fermentación láctica producida exclusivamente por Lactobacillus delbrueckii sp. bulgaricus yStreptococcus salivarius sp. thermophillus. Su composición final contiene una cantidad mínima de 107 colonias por gramo o milímetro de estas bacterias. En cambio, los probióticos de venta en farmacia son complementos alimentarios que pueden contener distintas cepas de probióticos, entre otros componentes. Las bacterias están en forma liofilizada y se presentan en polvos, cápsulas, comprimidos, viales, sticks, sobres, bricks o líquidos, permitiendo una administración dosificada con efecto terapéutico.
Le eficacia de algunas cepas probióticas está documentada para indicaciones concretas de salud gastrointestinal y sobre el sistema inmunitario:
Indicación | Cepas |
Tratamiento de la diarrea infecciosa aguda en niños | Lactobacillus rhamnosus GG, Saccharomyces boulardi |
Tratamiento de la diarrea aguda en adultos | Enterococcus faecium LAB SF68 |
Prevención de la diarrea asociada a antibióticos en niños | S. boulardi, L.rhamnosus GG, Bifidobacterium lactis, Streptococcus themophilus |
Prevención de la diarrea asociada en antibióticos en adultos | E. faecium LAB F68, S. boulardi, L.rhamnosus GG, L. casei DN-114 001 en leche fermentada, Bacillus claussi,L.acidophilus CL 1285 |
Prevención de la diarrea por C.difficile en adultos | L.casei DN-114 001 en leche fermentada |
Terapia coadyuvante para erradicación de Helicobacter pylori en adultos | L.rhemnosus GG, B.claussi, S.boulardi, L.reuteri ATCC 55730 |
Tratamiento sintomatico de la mala digestión de lactosa en adultos | Yogur con L.bulgaris+ S.termophilus |
LOS SIMBIÓTICOS
Los simbióticos son combinaciones apropiadas de probióticos y prebióticos. Los probióticos ayudan a equilibrar la microbiota. Estos perduran un tiempo en nuestro intestino y finalmente son expulsados con las heces. Mientras están en nuestro intestino, y gracias a su mayor capacidad de adhesión a la mucosa intestinal, contribuyen a la eliminación de los microorganismos nocivos, lo que favorece la restauración de la microbiota. Por otro lado los prebióticos son fibras que representan al alimento de la microbiota, estimulando el crecimiento o la actividad de una o varias bacterias del colon.
Por ello, el consumo de simbióticos hace que la recuperación de la microbiota sea más rápida. Además, como el prebiótico es una fibra, mejora el peristaltismo y e incrementa la rápida eliminación de las toxinas.
La microbiota también está implicada en trastornos que tienen poca relación aparente con el intestino, como obesidad, síndrome metabólico, enfermedad atópica, enfermedad cardiovascular, enfermedades autoinmunes, esquizofrenia y autismo, pues se han encontrado interacciones entre la microbiota intestinal y el sistema nervioso central.
En conclusión, los probióticos pueden utilizarse para mejorar la simbiosis entre la microbiota intestinal y el huésped, así como en la prevención o tratamiento de algunas enfermedades a través del restablecimiento de estados de disbiosis. De ahí que el uso de probióticos sea indibidualmente un área de gran interés y una estrategia prometedora en las situaciones anteriormente descritas, aunque existen todavía numerosos interrogantes científicos sin resolver.